¿Cómo se le ocurre?
Cuando un turista perdió su teléfono celular en la playa, pensó que no lo volvería a ver. Sin embargo, a la semana, un pescador lo llamó. Había encontrado el teléfono —que, tras secarse, seguía funcionando— en un bacalao de unos once kilos.
Navidad en casa
Una Navidad, tuve que trabajar en un lugar que muchos de mis amigos ni siquiera podían localizar en un mapa. Casi arrastrándome desde mi lugar de trabajo hacia mi habitación, luché contra el viento helado que soplaba del Mar Negro. Añoraba mi casa.
Bebé poderoso
La primera vez que lo vi, lloré. Parecía un bebito perfecto, dormido en su cuna. Sin embargo, sabíamos que jamás despertaría, hasta hacerlo en los brazos de Jesús.
Entre hermanos
Mi hermano y yo éramos bastante «competitivos» de niños (traducción: ¡peleábamos!). Papá entendía… tenía hermanos. ¿Mamá? No tanto.
Concebido en la crisis
Marcos recuerda una ocasión durante su niñez cuando su padre reunió a la familia. El automóvil se había averiado y, para fin de mes, ya no tendrían más dinero. Su padre hizo una pausa y oró; luego, les pidió que esperaran la respuesta de Dios. De maneras sorprendentes, la ayuda llegó: un amigo reparó el coche, hubo cheques inesperados, apareció comida frente a la puerta. Fue fácil alabar a Dios, aunque la gratitud de la familia se había forjado en una crisis.
La serpiente y el triciclo
Durante años, había repetido una historia de mi infancia en Ghana. Según la recordaba, mi hermano había detenido nuestro triciclo de hierro sobre una cobra pequeña, la cual quedó atrapada bajo la rueda delantera.
Un giro inesperado
Mientras el pastor hablaba en un funeral, meditó sobre el lugar donde estaría el fallecido. Pero luego, especuló sobre cosas que no están en la Escritura. ¿Dónde está la esperanza?, pensé.
La confesión del profesor
Horrorizado ante los defectos de redacción de sus alumnos, el escritor y profesor universitario David Foster Wallace pensó en cómo podía ayudarlos. Entonces, se enfrentó a una pregunta alarmante: ¿Por qué un alumno escucharía a alguien «tan presumido, intolerante y altivo» como él?
Salirse con la suya
En junio de 2004, en Vancouver, la esquiadora canadiense Beckie Scott recibió una medalla olímpica de oro. Es interesante, porque las Olimpíadas de invierno se realizaron en 2002 en Estados Unidos. Scott había ganado el bronce detrás de dos atletas que fueron descalificadas meses después, cuando se descubrió que habían usado estupefacientes.
Saber tomar atajos
Mientras bebía su té, Nancy miró por la ventana de su amiga y suspiró al ver una exuberante extensión de colores en un cantero de flores bien cuidado.